Escuchar a personas que dan puntos de vista tan diferentes abre muchas ventanas y puertas. Nos enseña nuevos caminos, que podemos seguir o no, pero que está bien que sepamos que existen. Considerar las personas como individuos globales, integrados por todas y cada una de las partes, me gusta, y no considerar unos síntomas, un cuadro, una patología, un síndrome. Creo en la resiliencia, todo podemos volver al estado de salud y de amor que somos en un buen principio, cada cual hace su particular camino, y a veces este camino es juzgado y etiquetado por el poder externo que otorgamos a profesionales: el poder está en cada uno de nosotros, y la fuerza hacia la sanación también.

Muchos profesionales nos dedicamos a acompañar y no guiar, puesto que creemos en la autorregulación organísmica y en la fuerza del amor y la valoración en aquello que el otro es y no en el que esperamos o deseamos que sea.