(Entrevista realizda por Laia Ardiaca, de G&G Abogados y Asesores Fiscales, a Laura Pont en Mayo 2017)

¿El divorcio o la separación de los padres, afecta a los hijos menores de edad en el aspecto emocional o psicológico?

Por supuesto que sí. Les afecta el hecho de que se separen y qué relación tienen entre ellos. Pero también tiene mucha repercusión cómo estaban viviendo los padres antes del proceso de divorcio, porque generalmente, el divorcio es una solución-evolución a un problema que ya existía.

Los divorcios o separaciones que no son de mutuo acuerdo o amistosos, es decir, los divorcios conflictivos, ¿afectan con mayor intensidad y gravedad a los hijos menores?

Sí, evidentemente porque en los divorcios conflictivos cada uno de los progenitores tiende a intentar ganar lo máximo y tirará de la cuerda tanto como pueda para conseguirlo.

A estos efectos, ¿qué debemos entender por un divorcio conflictivo?

Desde el punto de vista de los hijos y de su estado psicológico, un divorcio conflictivo debe entenderse, sobretodo, cuando uno de los progenitores habla mal del otro al hijo o delante del hijo. Además, es frecuente que se hable mal también de la familia del otro, como los abuelos.

Siempre explico a los padres que se encuentran en este tipo de situaciones, que los hijos son el 50% padre y el 50 % madre. Cuando se les habla mal del padre, le están hablando mal de su propio 50% o viceversa.

Es decir, mi 50% me habla mal de mi otro 50%. Esto le hace mucho daño al menor, le genera un conflicto interno. Para ellos, las personas que más quieren y que más le quieren, hablan mal una de otra. Este es el punto de vista de los hijos ante estas situaciones.

También quiero añadir que es muy frecuente el uso de generalizaciones referidas a las mujeres o a los hombres. Me refiero al clásico “todos los hombres son iguales, lo único que piensan es…”, y frases del estilo. Este tipo de críticas genéricas se refieren también a nuestros hijos, que son hombres o mujeres. Todo esto va marcando al menor.

Otro factor que creemos que influye en las consecuencias de la ruptura familiar, es la edad de los hijos. ¿Cuáles considera que serían las edades más peligrosas o sensibles para los hijos?

El divorcio es difícil en distintos aspectos en cada edad. Yo distinguiría:

• De los 0 a los 3 años, las rupturas familiares marcan al menor a nivel celular, no verbal. La frase “es pequeño y no se entera”, no es cierta porque los niños reciben en todos los sentidos y no solamente por oído. Además, reciben y captan sensaciones y sentimientos a través de la intuición.

Los niños que, a esa temprana edad, ven a sus padres tristes o enfadados, dado que son egocéntricos y se consideran el centro del mundo, lo primero que piensan es ¿Qué he hecho yo para que estén así? Asumen un alto grado de auto-culpabilidad.

• De los 3 a los 10 años, es cuando los niños necesitan el acompañamiento del padre y de la madre. Que ambos estén coordinados en el modo de educarlos y prepararlos para la vida. El hecho que haya dos casas, la del padre y la de la madre, no es un problema en sí. Lo que sí plantea graves problemas es que el hijo reciba inputs distintos en una y otra casa.

Un ejemplo con el que me he encontrado: una madre que es partidaria de la homeopatía y el padre de la medicina tradicional. A nivel práctico genera situaciones complejas, cuando el niño está bajo un tratamiento de antibiótico en casa del padre y, a la semana siguiente, la madre le administra el remedio en el que ella confía.

Pero este es solo un ejemplo de los muchos que nos podemos encontrar en distintos ámbitos de la vida del menor. Esto conduce a una evidente desorientación del hijo.

Es claro que los padres que están juntos también pueden tener divergencias de opinión en muchos temas, pero será más fácil que lleguen a encontrar el camino común.

• En la etapa de crecimiento posterior, en la preadolescencia y adolescencia, a los problemas que hemos comentado antes se añade el hecho de que el hijo está tratando de encontrar su identidad como adulto. Ocurre a menudo que, al ser más mayores, los padres les hacen partícipes de los conflictos conyugales. Utilizan al hijo para pasar mensajes al otro progenitor, para presionar al otro, etcétera. Es decir, se le está cargando con una responsabilidad que no le corresponde. Los progenitores tienen que resolver los problemas entre ellos.

Por último, hay que tener en cuenta que a cualquier edad, incluso a los 30 años, hay una propensión o tendencia natural de todo hijo a querer que sus padres estén juntos, aunque razonablemente entiendan que la ruptura era la mejor solución para todos.

Teniendo en cuenta que cada caso es diferente, y depende de muchos factores, ¿Cuáles son los problemas más comunes que la ruptura familiar puede causar a los hijos en el ámbito de su salud mental o emocional?

El divorcio en sí mismo no causa problemas de salud a los hijos. Lo que puede causar muchos problemas son las circunstancias que acompañan al divorcio: antes, durante y después. Un divorcio bien llevado puede no causar ningún problema a los hijos.

Nos podemos encontrar con problemas de relación con los demás, de irascibilidad e incluso agresividad.

También es frecuente que surjan problemas de autoestima y seguridad, sobre todo en los casos de hijos muy pequeños.

Es también común que sufran déficit de atención.

Estos efectos, ¿pueden perdurar mucho tiempo? ¿pueden causar problemas de salud para toda la vida de los hijos?

Pues será inversamente proporcional a la edad en que los hayan sufrido. Es decir, cuanto antes hayan sufrido los problemas, más tiempo perdurarán.

Insisto en que es muy importante hablar con los hijos y explicarles bien lo que está sucediendo, aunque pensemos que no nos entienden. Ellos percibirán que se les tiene en cuenta y que no son el problema.

Nosotros, desde el punto de vista del asesoramiento legal, nos damos cuenta de que, en bastantes ocasiones, los padres adoptan una postura muy egoísta en la negociación de los efectos del divorcio o separación. Incluso, es frecuente que se utilice a los hijos como arma de negociación. ¿Qué consejos para el bienestar de los hijos daría usted en estos casos a los padres?

Hay que tener claro que los padres no se separan. Los que se separan son los cónyuges, la pareja como unión o vínculo sentimental.

Pero como padres no se pueden separar porque permanecen unidos en la persona de su hijo desde los genes, desde lo más íntimo de su cuerpo físico. Siempre tendrán que estar unidos y ponerse de acuerdo para educarlo, mantenerlo y protegerlo. Es una cuestión de responsabilidad y no de voluntad.

Un papá o una mamá ya no puede pensar sólo en si, como individuo, sino como madre o padre, porque el hijo es una responsabilidad demasiado grande y no lo tiene solo sino con otra persona. Habrá que buscar la manera de conseguir ponerse de acuerdo, ya sea recurriendo a terapia o lo que sea conveniente.

¿En qué supuestos recomienda Ud. que los hijos sometidos a procesos de divorcio o separación acudan a terapia psicológica?

Desde mi punto de vista, cualquier niño o niña que pase por un proceso de ruptura familiar necesita atención y apoyo emocional de tipo profesional, externo a la familia, en mayor o menor medida, pero lo necesita.

Pero no sólo los hijos lo requieren, sino también los padres. La familia completa necesita un apoyo y un acompañamiento emocional, ya sea en forma conjunta o por separado, según el caso.

¿Cuál es su opinión sobre la custodia compartida en relación con el bienestar y salud de los hijos menores?

Me parece la forma más natural de seguir con el cuidado y educación de los hijos menores, tras el fin de la convivencia en común. Los padres lo son toda la vida, ambos, por lo que lo más lógico es que se compartan por mitad todas las obligaciones y derechos respecto de los menores.

Eso sí, considero que hasta los 4 años necesitan mucho la presencia y compañía de la madre, es esencial para su desarrollo inicial, por lo que, en ese periodo no deberían dormir sin la madre. Es obvio que también necesitarán la compañía del padre, pero en menor medida, el tiempo que se pueda. A partir de los 5 años, esta situación puede ir cambiando progresivamente hacia una custodia totalmente compartida entre padre y madre.

¿Cree que la mediación familiar es una buena opción para tratar de evitar que el conflicto familiar vaya a más? ¿Considera que es un medio suficientemente utilizado y que tiene éxito?

La mediación familiar es la vía más apropiada e ideal de resolver una ruptura familiar. En los casos que se utiliza me consta que tiene bastante éxito y las cosas se desarrollan mucho mejor, de forma más humana y razonable. En la mediación se respeta cada posición y no se juzga, por lo tanto, se acompaña a que las dos personas encuentren como validarse a sí mismas y validar al otro, no mirando la ganancia particular, sino la de todo el sistema familiar, y sobre todo mirando por cada uno de los menores, sobre los cuales tienen la responsabilidad de protegerlos y acompañarlos en su desarrollo.